Las orquestas típicas, los conjuntos folklóricos, las bandas de jazz o las de rock tienen ordenamientos casi fijos sobre el escenario.
Las orquestas sinfónicas, también.
Aunque presentan algunas variantes, se ajustan a ciertas ideas esenciales como la que prescribe que ningún instrumento de sonoridad escasa estará en la retaguardia ni, a la inversa, ningún trombonista se sentará en el frente.
El orden habitual es el siguiente. Las cuerdas, en el sector anterior del escenario, conforman una especie de arco con los primeros violines a la izquierda y luego, sucesivamente, segundos violines, violas, chelos y contrabajos. De los agudos a los graves. Las orquestas argentinas siguen este modelo de raíz italiana. Pero las orquestas sajonas, intercambian el lugar de los chelos y las violas, de tal modo que éstas se enfrentan a los primeros violines y ocupan el borde derecho del escenario.
En un rectángulo, en el centro del escenario, después de las cuerdas, están las maderas; adelante, las flautas y los oboes, y por detrás de ellos, los clarinetes y los fagotes. En otra especie de hemiciclo trasero, se ubican los bronces, muy potentes, generalmente, con los cornos a la izquierda y luego las trompetas, los trombones y la tuba. Al fondo, con los timbales en el centro, están los instrumentos de percusión. ¿Quién determinó esta distribución? La tradición, la experimentación y la certeza de reconocer que el mejor sonido era el que provenía de los equilibrios y complementaciones que así se lograban. No hay misterios.
Pero por sobre los patrones establecidos, los directores también pueden introducir cambios. Para hacer las sinfonías de Beethoven, Neville Marriner dispuso a los segundos violines de la Academy of St. Martin in the Fields exactamente enfrente de los primeros. En Munich, para tocar la cuarta sinfonía de Brahms, Carlos Kleiber situó a los contrabajos de la Orquesta del Estado de Baviera lejos del resto, en una hilera única y posterior, en el fondo del escenario. A su vez, los compositores pueden dar precisiones. Para que sus pastores conversaran a la distancia, en la Sinfonía fantástica , Berlioz ordena que un oboe y un corno inglés estén lo más lejos posible uno de otro. Para conseguir algunas sonoridades específicas, Mahler, en incontables ocasiones, indica qué instrumentos deben tocar desde algún lugar fuera del escenario. ¿Qué diferencias se obtienen con estos cambios? Mínimas y muy sutiles: alguna densidad sonora especial en algún sector, una textura contrapuntística más clara, algún empaste más pronunciado en algún punto. Obviamente, en las grabaciones nada de esto puede ser percibido y son propuestas sólo destinadas a los testigos presenciales. Tal vez sea ésta otra razón para seguir prefiriendo siempre la música en vivo, con la orquesta ahí, sobre el escenario.
Pero por sobre los patrones establecidos, los directores también pueden introducir cambios. Para hacer las sinfonías de Beethoven, Neville Marriner dispuso a los segundos violines de la Academy of St. Martin in the Fields exactamente enfrente de los primeros. En Munich, para tocar la cuarta sinfonía de Brahms, Carlos Kleiber situó a los contrabajos de la Orquesta del Estado de Baviera lejos del resto, en una hilera única y posterior, en el fondo del escenario. A su vez, los compositores pueden dar precisiones. Para que sus pastores conversaran a la distancia, en la Sinfonía fantástica , Berlioz ordena que un oboe y un corno inglés estén lo más lejos posible uno de otro. Para conseguir algunas sonoridades específicas, Mahler, en incontables ocasiones, indica qué instrumentos deben tocar desde algún lugar fuera del escenario. ¿Qué diferencias se obtienen con estos cambios? Mínimas y muy sutiles: alguna densidad sonora especial en algún sector, una textura contrapuntística más clara, algún empaste más pronunciado en algún punto. Obviamente, en las grabaciones nada de esto puede ser percibido y son propuestas sólo destinadas a los testigos presenciales. Tal vez sea ésta otra razón para seguir prefiriendo siempre la música en vivo, con la orquesta ahí, sobre el escenario.
Por Pablo Kohan – Fuente La Nacion.com.ar
Ilustración: Danza Ballet
Ilustración: Danza Ballet
Los instrumentos de la Orquesta Sinfónica se agrupan en tres secciones:
- Sección de cuerda: cuerda frotada, cuerda pulsada y cuerda percutida
- Sección de viento: viento metal y viento madera
- Sección de percusión: percusión afinada y percusión no afinada
Orquesta sinfónica
En general se llama orquesta sinfónica u orquesta filarmónica a una orquesta de gran tamaño, con presencia de todas las familias de instrumentos. Para hablar de la orquesta sinfonica hay que esperar a la aparición de la sinfonía y del sinfonismo. Por ello, sólo con el desarrollo de las obras orquestales con forma sonata podemos pensar en un conjunto estándar en número y composición de instrumentos, pensado expresamente para el nuevo concepto de espectáculo musical ligado al crecimiento de la burguesía desde finales del siglo XVIII.
En la escuela de Mannheim encontramos el modelo de orquesta moderna, en el conjunto fundado por Johann Stamitz que consiguió enorme fama en toda Europa. Se caracterizaba por ser un grupo medianamente numeroso, con un buen equilibrio entre las familias instrumentales, y sobre todo por la uniformidad en la interpretación, detalles del fraseo (los famosos crescendo y diminuendo de Mannheim) y alto grado de exactitud en la dirección. Estas primeras orquestas constan de cuerda (violines primeros y segundos, violas, violonchelos y contrabajos), dos oboes y dos trompas. Poco a poco se añaden flautas, fagotes y clarinetes (especialmente por Mozart). A finales del siglo XVIII ya están también las trompetas y los timbales, siendo unos cincuenta músicos.
A este tipo de orquesta, que será el protagonista de la música de la época de Mozart, Haydn y el joven Beethoven, se le llama por esto también «orquesta clásica». La única diferencia con una «sinfónica» estará en el tamaño.
En general se llama orquesta sinfónica u orquesta filarmónica a una orquesta de gran tamaño, con presencia de todas las familias de instrumentos. Para hablar de la orquesta sinfonica hay que esperar a la aparición de la sinfonía y del sinfonismo. Por ello, sólo con el desarrollo de las obras orquestales con forma sonata podemos pensar en un conjunto estándar en número y composición de instrumentos, pensado expresamente para el nuevo concepto de espectáculo musical ligado al crecimiento de la burguesía desde finales del siglo XVIII.
En la escuela de Mannheim encontramos el modelo de orquesta moderna, en el conjunto fundado por Johann Stamitz que consiguió enorme fama en toda Europa. Se caracterizaba por ser un grupo medianamente numeroso, con un buen equilibrio entre las familias instrumentales, y sobre todo por la uniformidad en la interpretación, detalles del fraseo (los famosos crescendo y diminuendo de Mannheim) y alto grado de exactitud en la dirección. Estas primeras orquestas constan de cuerda (violines primeros y segundos, violas, violonchelos y contrabajos), dos oboes y dos trompas. Poco a poco se añaden flautas, fagotes y clarinetes (especialmente por Mozart). A finales del siglo XVIII ya están también las trompetas y los timbales, siendo unos cincuenta músicos.
A este tipo de orquesta, que será el protagonista de la música de la época de Mozart, Haydn y el joven Beethoven, se le llama por esto también «orquesta clásica». La única diferencia con una «sinfónica» estará en el tamaño.
Instrumentos que componen una Orquesta Sinfónica
Beethoven acrecienta el tamaño de la orquesta, aumentando el número de instrumentos (en especial los vientos) e introduciendo algunos nuevos como el trombón, bombo, triángulo y platillos.
En el siglo XIX la orquesta romántica es ya plenamente la orquesta sinfónica. Aumenta el número de músicos (más de ochenta), para acomodarse a la acústica de los grandes salones de conciertos y teatros de ópera, con gran afluencia de público. Pocos instrumentos nuevos, pero aparecen variantes de los anteriores: flautín, corno inglés, corneta, trompeta baja, contrafagot, tubas de varios tamaños, arpas y una sección de percusión más variada, con el xilófono y la celesta. Es decisiva la influencia de las obras de Berlioz, y más su Gran Tratado de Instrumentación (1843). Otras figuras influyentes serán Liszt y Wagner.Los compositores tardo-románticos continúan aumentando el tamaño de la orquesta, hasta límites exagerados como Richard Strauss (Electra), Schönberg (Gurrelieder) y Mahler (Sinfonía 8 “De los Mil”).
El siglo XX mantiene todos los tipos de orquesta anteriores, en todos sus tamaños. Como novedades aparece el piano como parte de la orquesta (no solista), se suma el órgano, la percusión añade una gran variedad de instrumentos, y la inclusión de elementos electrófonos.
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