Las puntas
Los bailarines llaman puntas a las zapatillas de ballet. Bailar en puntas significa embutir el pie dentro de la zapatilla y apoyar todo el peso del cuerpo sobre la punta de los dedos. Sobre la punta, no sobre las falanges dobladas.
El tutú
Si pensamos en un tutú de ballet clásico nuestro inconsciente colectivo nos remite a la imagen de una faldita tiesa, cortita y blanca, pero hay que decir que, en su origen, el tutú era largo, largo y blandito, blandito.
Rotunda y atlética Pierina
Además de ser la responsable de que las bailarinas de clásico acabaran enseñando las piernas, Pierina Legnani recibió el exclusivo título de Prima Ballerina Assoluta del Ballet Imperial Ruso de San Petersburgo por realizar una proeza difícilmente igualable. Fue la primera en hacer 32 fouettés en giro sin parar, dejando atónito a todo el que la veía y llevaba la cuenta.
Mathilde Kschessinska debió llevarla, porque fue la primera bailarina rusa que realizó la misma hazaña y fue la otra gran danzante que recibió la misma distinción de Prima Ballerina Assoluta del mismo ballet imperial ruso.
La tara de la Paulova
Vosotros, como por otro lado casi todo el mundo, habréis oído hablar de la Pávlova. Bailarina, y de las buenas, era rusa, como su nombre indica. Como rusa, una de las rusas estrellas de los ballets rusos. Pues, aunque cueste creerlo por su excelencia, la Paulova tenía un defecto en los pies. Su arco plantar era pronunciadísimo, de modo que lo de bailar en puntas, que ya explicamos que no era de puntillas sino que realmente las bailarinas se apoyan sobre la punta de los dedos, se convertía en un suplicio.
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