Ópera en cuatro actos.Libreto de Vladimir Nikolaievich Belski basado en la Crónica de Kitezh de I. S. Meledin, la novela Vlesankh de Pavel Ivanovich Melnikov, canciones y épicas recogidas por Kircha Danilov y a lgunos relatos populares.
Estrenada el 20 febrero de 1907 en el Teatro Mariinski de San Petersburg
Estrenada en el Gran Teatre del Liceu el 2 de enero de 1926
Última representación en el Gran Teatre del Liceu, el 25 de enero de 1970
Estrenada en el Gran Teatre del Liceu el 2 de enero de 1926
Última representación en el Gran Teatre del Liceu, el 25 de enero de 1970
Duración aproximada: 3h 45 min
La leyenda de la ciudad invisible de Kitezh de Nikolai Rimski-Kórsakov, con libreto de Vladimir Nikolaievich Belski, fue estrenada en 1907 en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo por encargo de los Teatros Imperial es, que mantuvieron durante años su exclusiva. En 1926, a partir del prestigio adquirido por la ópera y los ballets rusos en Europa, el Liceu logró el permiso del Estado soviético para su representación, con tal éxito que se interpretó en nuestro Teatre prácticamente cada temporada hasta la Guerra Civil. La acción sesitúa en el año 1237 en los bosques de Kerzhenets, el arrabal de la Pequeña Kitezh, junto al río Volga, y la ciudad de la Gran Kitezh, ciudad imaginaria cerca del lago Svetloyar, en la región de Nizhni Nóvgorod.
Resumen argumental
Acto I
Sola en una cabaña en medio de los bosques de Kerzhenets, Fevronia narra su íntima relación con la naturaleza, que ha sido su verdadera madre, y llama a los animales que la acompañan y cuida con amor. Aparece el príncipe Vsévolod –que se ha perdido cazando– y queda extasiado por la belleza de la muchacha. Ella también se siente impresionada y le ofrece pan, agua y miel, además de curarle con dulzura su brazo herido. El príncipe le pregunt a por su vida solitaria en medio del bosque y ella cuenta que vive con su hermano en plena naturaleza y que a pesar de la dureza, a veces, del invierno, la prima vera supone un estallido de verdor y una alegría que la hacen soñar. El príncipe desconfía de los sueños y le pregunta si va a la iglesia a rezar. Fevronia responde con una extraordinaria profesión de fe, constituyendo una visión panteísta de la naturaleza y de la armonía del universo. Considera al ser humano portador de un alma que posee algo de la belleza divina, sea este justo o pecador, convicción que tendrá un papel importante en el desarrollo de la acción. El príncipe, maravillado también por la belleza de Fevronia, le declara su amor, y ella reconoce su fascinación por quien cree un simple cazador del rey. Vsévolod le dice que enviará a sus emisarios a buscarla y Fevronia teme que va a echar de menos su mundo natural. Llega el escudero, Fiódor Poyárok, y le da a conocer la personalidad del príncipe: hijo del príncipe Yuri y señor de la ciudad de Kitezh.
Sola en una cabaña en medio de los bosques de Kerzhenets, Fevronia narra su íntima relación con la naturaleza, que ha sido su verdadera madre, y llama a los animales que la acompañan y cuida con amor. Aparece el príncipe Vsévolod –que se ha perdido cazando– y queda extasiado por la belleza de la muchacha. Ella también se siente impresionada y le ofrece pan, agua y miel, además de curarle con dulzura su brazo herido. El príncipe le pregunt a por su vida solitaria en medio del bosque y ella cuenta que vive con su hermano en plena naturaleza y que a pesar de la dureza, a veces, del invierno, la prima vera supone un estallido de verdor y una alegría que la hacen soñar. El príncipe desconfía de los sueños y le pregunta si va a la iglesia a rezar. Fevronia responde con una extraordinaria profesión de fe, constituyendo una visión panteísta de la naturaleza y de la armonía del universo. Considera al ser humano portador de un alma que posee algo de la belleza divina, sea este justo o pecador, convicción que tendrá un papel importante en el desarrollo de la acción. El príncipe, maravillado también por la belleza de Fevronia, le declara su amor, y ella reconoce su fascinación por quien cree un simple cazador del rey. Vsévolod le dice que enviará a sus emisarios a buscarla y Fevronia teme que va a echar de menos su mundo natural. Llega el escudero, Fiódor Poyárok, y le da a conocer la personalidad del príncipe: hijo del príncipe Yuri y señor de la ciudad de Kitezh.
Acto II
En el arrabal de la Pequeña Kitezh, cerca del Volga, la gente está reunida para recibir al séquito nupcial que lleva a Fevronia y al príncipe Vsévolod a la corte. Pero la alegría reinante se rompe al entornar el viejo intérprete de gusli una cantilena en la que afirma haber visto a ciervos con astas de oro en Kitezh y la figura de la Virgen María con lágrimas profetizando la destrucción de la ciudad. Un grupo de burgueses comentan el disgusto ante la desigual boda y aparece, borracho perdido, un nuevo e importante personaje, Grishka Kuterma, verdadera antítesis de Fevronia, paria resentido y malvado, que se muestra cada vez más insolente. Llega el séquito de Frevonia, saludado por el puebl o con cantos rituales, y Grishka, que intenta acercarse, es rechazado por la gente, aunque Fevronia muestra ya su actitud generosa hacia el desgraciado personaje. La fiesta se trunca por la noticia de la llegada de los tártaros, considerados un castigo divino, invasores que se presentan con grandes alaridos de sus caudillos: Bediay y Burunday. Se apoderan de Fevronia y deciden, ante la negativa de la gente a indicar dónde está la ciudad de la Gran Kitezh, con centrar sus amenazas en el desgraciado Grishka, que acepta aterrorizado conducirlos a la mítica ciudad. Fevronia eleva su plegaria para que el Señor convierta la ciudad en invisible.
En el arrabal de la Pequeña Kitezh, cerca del Volga, la gente está reunida para recibir al séquito nupcial que lleva a Fevronia y al príncipe Vsévolod a la corte. Pero la alegría reinante se rompe al entornar el viejo intérprete de gusli una cantilena en la que afirma haber visto a ciervos con astas de oro en Kitezh y la figura de la Virgen María con lágrimas profetizando la destrucción de la ciudad. Un grupo de burgueses comentan el disgusto ante la desigual boda y aparece, borracho perdido, un nuevo e importante personaje, Grishka Kuterma, verdadera antítesis de Fevronia, paria resentido y malvado, que se muestra cada vez más insolente. Llega el séquito de Frevonia, saludado por el puebl o con cantos rituales, y Grishka, que intenta acercarse, es rechazado por la gente, aunque Fevronia muestra ya su actitud generosa hacia el desgraciado personaje. La fiesta se trunca por la noticia de la llegada de los tártaros, considerados un castigo divino, invasores que se presentan con grandes alaridos de sus caudillos: Bediay y Burunday. Se apoderan de Fevronia y deciden, ante la negativa de la gente a indicar dónde está la ciudad de la Gran Kitezh, con centrar sus amenazas en el desgraciado Grishka, que acepta aterrorizado conducirlos a la mítica ciudad. Fevronia eleva su plegaria para que el Señor convierta la ciudad en invisible.
Acto III
En el primer cuadro, la acción se sitúa en la gran plaza de Kitezh, ante la catedral, con el pueblo y sus soberanos, los príncipes Yuri y Vsévolod. Conducido por unadolescente llega Fiódor Poyárok, a quien los tártaros han arrancado los ojos, y explica la invasión y pérdida de la Pequeña Kitezh, así como la tortura y muerte de los habitantes que se negaron a mostrar el camin o a la Gran Kitezh. No obstante, comunica que Fevronia, de quien el príncipe solicita noticias, es el guía de los tártaros hacia la ciudad, infamia que le ha hecho creer el borracho y malvado Grishka. El viejo príncipe Yuri se lamenta amargamente y envía al adolescente a lo alto del campanario para dar cuenta de la invasión mientras el pueblo reza a la Virgen. Súbitamente, por el lado del lago se aproxima una gran nube blanca, luminosa. Vsévolod reacciona y reclama a sus hombres para defender la ciudad combatiendo, sin esperanza, al enemigo y así salvar el honor y convertirse en mártires. Los guerreros se ponen en marcha y quedan en la ciudad solo mujeres y el príncipe Yuri. La luminosa nube va cubriendo Kitezh y hace desaparecer la ciudad de la vista de los tártaros mientras las campanas de las iglesias comienzan a sonar por sí solas. Un amplio interludio orquestal que reproduce la batalla une los dos cuadros. En el segundo cuadro las tropas tártaras llegan guiadas por Grishka –y con Fevronia como rehén– al lago Svetloyar, ante la Gran Kitezh envuelta por la bruma que la hace invisible. Los guerreros desconfían de Grishka y los caudillos Bediay y Burunday lo amenazan con decapitarlo y torturarlo de no aparecer la ciudad. El traidor, angustiado, comienza a sentir, además, el sonido de las campanas que retumban de forma cruel dentro de su cabeza. Ambos jefes revelan la muerte del príncipe Vsévolod y discuten sobre quien poseerá a Fevronia. Burunday mata de un hachazo a Bediay, aun que pronto cae exhausto por la fatiga y el alcohol. Fevronia lamenta la muerte de Vsévolod cuando Grishka, atado a un árbol, le solicita ayuda y confiesa asimismo que la ha calumniado ante los rusos diciendo que ella guió a los tártaros en el camino a Kitezh. Las virtudes cristianas de Fevronia y su gran capacidad de compasión disponen a la joven, no obstante, a morir en su lugar y lo libera de sus ataduras. Cuando Grishka, enloquecido por el sonido de las campanas dentro de su cabeza, intenta suicidarse y se precipita hacia el lago para morir.
En el primer cuadro, la acción se sitúa en la gran plaza de Kitezh, ante la catedral, con el pueblo y sus soberanos, los príncipes Yuri y Vsévolod. Conducido por unadolescente llega Fiódor Poyárok, a quien los tártaros han arrancado los ojos, y explica la invasión y pérdida de la Pequeña Kitezh, así como la tortura y muerte de los habitantes que se negaron a mostrar el camin o a la Gran Kitezh. No obstante, comunica que Fevronia, de quien el príncipe solicita noticias, es el guía de los tártaros hacia la ciudad, infamia que le ha hecho creer el borracho y malvado Grishka. El viejo príncipe Yuri se lamenta amargamente y envía al adolescente a lo alto del campanario para dar cuenta de la invasión mientras el pueblo reza a la Virgen. Súbitamente, por el lado del lago se aproxima una gran nube blanca, luminosa. Vsévolod reacciona y reclama a sus hombres para defender la ciudad combatiendo, sin esperanza, al enemigo y así salvar el honor y convertirse en mártires. Los guerreros se ponen en marcha y quedan en la ciudad solo mujeres y el príncipe Yuri. La luminosa nube va cubriendo Kitezh y hace desaparecer la ciudad de la vista de los tártaros mientras las campanas de las iglesias comienzan a sonar por sí solas. Un amplio interludio orquestal que reproduce la batalla une los dos cuadros. En el segundo cuadro las tropas tártaras llegan guiadas por Grishka –y con Fevronia como rehén– al lago Svetloyar, ante la Gran Kitezh envuelta por la bruma que la hace invisible. Los guerreros desconfían de Grishka y los caudillos Bediay y Burunday lo amenazan con decapitarlo y torturarlo de no aparecer la ciudad. El traidor, angustiado, comienza a sentir, además, el sonido de las campanas que retumban de forma cruel dentro de su cabeza. Ambos jefes revelan la muerte del príncipe Vsévolod y discuten sobre quien poseerá a Fevronia. Burunday mata de un hachazo a Bediay, aun que pronto cae exhausto por la fatiga y el alcohol. Fevronia lamenta la muerte de Vsévolod cuando Grishka, atado a un árbol, le solicita ayuda y confiesa asimismo que la ha calumniado ante los rusos diciendo que ella guió a los tártaros en el camino a Kitezh. Las virtudes cristianas de Fevronia y su gran capacidad de compasión disponen a la joven, no obstante, a morir en su lugar y lo libera de sus ataduras. Cuando Grishka, enloquecido por el sonido de las campanas dentro de su cabeza, intenta suicidarse y se precipita hacia el lago para morir.
En el segundo cuadro las tropas tártaras llegan guiadas por Grishka –y con Fevronia como rehén– al lago Svetloyar, ante la Gran Kitezh envuelta por la bruma que la hace invisible. Los guerreros desconfían de Grishka y los caudillos Bediay y Burunday lo amenazan con decapitarlo y torturarlo de no aparecer la ciudad. El traidor, angustiado, comienza a sentir, además, el sonido de las campanas que retumban de forma cruel dentro de su cabeza. Ambos jefes revelan la muerte del príncipe Vsévolod y discuten sobre quien poseerá a Fevronia. Burunday mata de un hachazo a Bediay, aun que pronto cae exhausto por la fatiga y el alcohol. Fevronia lamenta la muerte de Vsévolod cuando Grishka, atado a un árbol, le solicita ayuda y confiesa asim ismo que la ha calumniado antelos rusos diciendo que ella guió a los tártaros en el camino a Kitezh. Las virtudes cristianas de Fevronia y su gran capacidad de compasión disponen a la joven, no obstante, a morir en su lugar y lo libera de sus ataduras. Cuando Grishka, enloquecido por el sonido de las campanas dentro de su cabeza, intenta suicidarse y se precipita hacia el lago para morir ahogado, observa el reflejo de la ciudad sobre las aguas y decide huir con Fevronia. Los tártaros ven con estupor la ciudad reflejada en la superficie del lago, se aterrorizan y huyen en desbandada. Ahogado, observa el reflejo de la ciudad sobre las aguas y decide huir con Fevronia. Los tártaros ven con estupor la ciudad reflejada en la superficie del lago, se aterrorizan y huyen en desbandada.
Acto IV
El primer cuadro traslada la acción a un sombrío lugar de los bosques de Kerzhenets. Se observa a Fevronia rendida de fatiga y a Grishka ya loco. Se entabla entre ellos un largo diálogo: Fevronia intenta que recupere la razón y se arrepienta de sus pecados. El borracho tiene miedo de enfrontarse a la mirada de Dios y para encontrar la salvación se dirige a la Madre Tierra en una característica dialéctica rusa entre cristianismo y paganismo. Fevronia intenta de nuevo conseguir su arrepentimiento, pero el desgraciado sufre un nuevo ataque de locura y huye con grandes alaridos. Fevronia se siente invadida por un dulce bienestar al iluminarse una serie de velas sobre las copas de los árboles, el bosque se transforma y aparecen unas grandiosas flores así como el canto de los pájaros, entre ellos Alkonost, el pájaro del paraís o que anuncia a los justos la hora de su muerte. Fevronia, alegre y serena, recoge flores para una corona y se prepara para reunirse con su amado. En este ambiente místico, sobrenatural, aparece el espectro transfigurado de Vsévolod y le explica su muerte en el campo de batalla. Los enamorados prometen no separarse ya jamás y el canto de Sirin, otro pájaro del paraíso, anuncia que quien escucha su canto vive eternamente. El príncipe ofrece pan a Fevronia, símbolo del sacramento de la comunión, antes de dirigirse hacia la ciudad de Kitezh transfigurada.
El primer cuadro traslada la acción a un sombrío lugar de los bosques de Kerzhenets. Se observa a Fevronia rendida de fatiga y a Grishka ya loco. Se entabla entre ellos un largo diálogo: Fevronia intenta que recupere la razón y se arrepienta de sus pecados. El borracho tiene miedo de enfrontarse a la mirada de Dios y para encontrar la salvación se dirige a la Madre Tierra en una característica dialéctica rusa entre cristianismo y paganismo. Fevronia intenta de nuevo conseguir su arrepentimiento, pero el desgraciado sufre un nuevo ataque de locura y huye con grandes alaridos. Fevronia se siente invadida por un dulce bienestar al iluminarse una serie de velas sobre las copas de los árboles, el bosque se transforma y aparecen unas grandiosas flores así como el canto de los pájaros, entre ellos Alkonost, el pájaro del paraís o que anuncia a los justos la hora de su muerte. Fevronia, alegre y serena, recoge flores para una corona y se prepara para reunirse con su amado. En este ambiente místico, sobrenatural, aparece el espectro transfigurado de Vsévolod y le explica su muerte en el campo de batalla. Los enamorados prometen no separarse ya jamás y el canto de Sirin, otro pájaro del paraíso, anuncia que quien escucha su canto vive eternamente. El príncipe ofrece pan a Fevronia, símbolo del sacramento de la comunión, antes de dirigirse hacia la ciudad de Kitezh transfigurada.
Un segundo interludio une los dos cuadros.
En el segundo cuadro aparece una visión radiante de la ciudad de Kitezh, ahora sin niebla, luminosa, presidida por la catedral y el palacio, sus habitantes vestidos de blanco, que acoge a Fevronia y Vsévolod.
Ambos pájaros del paraíso les dan la bienvenida a la eternidad. Se celebra la boda de los dos prometidos y el pueblo entona el canto nupcial. Un último episodio subraya la generosidad de Fevronia: recuerda a los que ha dejado en la tierra y pide a Yuri que permita al desgraciado Grishka unirse a ellos en la ciudad de Kitezh, y dicta una carta para el desgraciado, explicándole la naturaleza de Kitezh, real pero invisible, además de transmitirle un mensaje de esperanza. Los novios en tran en la catedral acompañados por el canto del pueblo.
En el segundo cuadro aparece una visión radiante de la ciudad de Kitezh, ahora sin niebla, luminosa, presidida por la catedral y el palacio, sus habitantes vestidos de blanco, que acoge a Fevronia y Vsévolod.
Ambos pájaros del paraíso les dan la bienvenida a la eternidad. Se celebra la boda de los dos prometidos y el pueblo entona el canto nupcial. Un último episodio subraya la generosidad de Fevronia: recuerda a los que ha dejado en la tierra y pide a Yuri que permita al desgraciado Grishka unirse a ellos en la ciudad de Kitezh, y dicta una carta para el desgraciado, explicándole la naturaleza de Kitezh, real pero invisible, además de transmitirle un mensaje de esperanza. Los novios en tran en la catedral acompañados por el canto del pueblo.
Teresa Lloret – Teatre Liceu
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